La obesidad retratada 
en la TV-realidad
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Punto y como

La obesidad retratada 
en la TV-realidad

La semana pasada, se estrenó en uno de los canales de televisión de paga la nueva temporada del reality show Kilos mortales (My 600-lb Life, en inglés), el cual presenta la lucha por perder kilos en personas con obesidad mórbida, la mayoría de ellos rondando los 300 kilos de peso. La particularidad es que en conjunto con los casos de Estados Unidos, esta temporada se mezclan los casos con los de personas de México, que bien podrían ser el vecino de cada uno. La premisa es simple: primero se muestra un acercamiento a la vida cotidiana de estas personas, para posteriormente enfocarse en los tratamientos exclusivamente médicos (incluyendo cirugías de by-pass gástrico, entre otras), un poco de asesoría dietética y principalmente, la lucha de los pacientes en su vida diaria por no sucumbir ante ciertas comidas, o en su defecto, mostrar los abusos emocionales a los que son sometidos a manos de propios y extraños.


¿Qué lecturas podremos obtener de este tipo de mediatización de la obesidad? ¿Estos programas que brotan como hongos por todos lados en la tele motivan verdaderamente a bajar de peso a una población que en su gran mayoría tiene sobrepeso u obesidad?


En primera instancia, la traducción del nombre del programa es ya un mensaje claro, al contrario del nombre original en inglés. En una sociedad cada vez más obsesionada con la inmortalidad y la trascendencia personal, es claro que los kilos tocan un punto sensible al provocar la muerte. Observando el retrato de la vida cotidiana de los participantes, la muerte es el menor de sus males. Para cualquier persona con bajas tendencias sociópatas, resulta imposible ver el programa sin compadecerse de las vidas ahí retratadas, al ver la dificultad de estas personas para llevar a cabo las actividades más rutinarias, como lavarse, ponerse de pie, caminar, salir a comprar la despensa, etcétera. ¿Quiénes de nosotros estaríamos dispuestos a ser grabados mientras tomamos una ducha, o nos limpiamos el cuerpo para mostrarlo en la televisión? Y no es por condenar el exhibicionismo de los participantes, por el contrario, resulta altamente conmovedor pensar que con tal de obtener las cirugías o tratamientos para cambiar sus vidas, se presten a mostrar estos aspectos de sus vidas en la televisión.


Y es precisamente aquí donde radica el problema: la lástima hacia otro ser humano es acaso uno de los últimos sentimientos que ninguno de nosotros quisiéramos provocar en los demás. La lástima es lo menos que una persona obesa mórbida necesita de los demás en sus vidas; ya tiene suficiente con estar acostumbrándose a las miradas morbosas, a los comentarios hirientes de desconocidos, etcétera. Porque claro, el primer pensamiento que inspiran en los demás es el ¿cómo se dejó llegar al punto de pesar 300 kg?, cuando a veces, la pregunta es el ¿por qué una persona llega a pesar 300 kg? ¿Cuáles son los eventos en sus vidas y abusos emocionales que los orillan a llegar a ese punto?


Y es aquí donde llegamos a un punto peligroso: como personas tendemos siempre a compararnos con el de a lado. Cuando el de a lado se encuentra en una situación de disfunción extrema, unos kilitos de más, y una lonjita por acá, “no están tan peor”, podrían pensar muchos televidentes. El argumento de mostrar estos extremos, podrían decir muchos, es alertar sobre las consecuencias de mantener malos hábitos de vida: “esto es lo que te podría suceder”. El problema es, sobre todo, hacer de la obesidad un freak show. Y como todo show, tiene elementos diseñados para atraer miradas, pero no para mostrar elementos cruciales en el tratamiento de la obesidad mórbida. Por ejemplo, en todo momento se hace hincapié en la cirugía y en la importancia de perder kilos, pero no se muestra la importancia de un equipo multidisciplinario que incluya nutriólogos y psicólogos en el tratamiento exitoso de los pacientes. Existen algunos otros shows que si bien muestran a un equipo multidisciplinar, muestran las transformaciones que toman años en un paciente reducidas a una hora de programa. Y he aquí donde radica uno de los principales problemas de las personas que deciden iniciar un tratamiento para perder peso: la necesidad de perder mucho en poco tiempo, uno de los principales errores en el enfoque. El objetivo principal no es perder kilos, sino el tener un estilo de vida saludable —que en consecuencia, llevará a la pérdida de kilos.

En una sociedad en la que estamos cada vez más acostumbrados a la inmediatez, a la comodidad y al menor esfuerzo, para obtener lo que queremos, a veces olvidamos que la manera de promover estilos de vida saludable no es hacer de las personas obesas mórbidas un acto circense.


Publicado originalmente en El Economista



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