La insoportable levedad de ser “gordo”
Es de gordos pedir para llevar en la primera cita”, “Comí bien gordo”, “Como gorda en tobogán”... Éstas y muchas otras frases que involucran la palabra gordo son cotidianas. La palabra gordo hoy en día tiene tal grado de polisemia que bien puede ser un apodo cariñoso o un insulto, o incluso simplemente referir una ingesta copiosa. Pero ¿qué hay detrás de estos significados? En medios anglosajones, fat talk es ya un concepto para definir aquellos discursos acerca de la gordura en la vida cotidiana, con un sentido generalmente discriminativo y peyorativo.
¿Qué significa ser gordo hoy en día? Debemos distinguir que médicamente, el sobrepeso y la obesidad popularmente son englobadas en la ambigüedad del “gordo”. Y en algunos sectores también es gordo todo aquel que no corresponde a la figura idealizada delgada, insana e inalcanzable concebida por algunos sectores de la sociedad.
Ser “gordo” ya no es sólo cuestión de corpulencia ni de salud. Actualmente a la persona obesa o con sobrepeso se le atribuyen características morales y personales que distan mucho de una cuestión meramente corporal.
A un profesor de la Universidad de Nuevo México se le ocurrió tuitear: “A todos los doctorantes que sean obesos: si no tienes la voluntad de dejar de comer carbohidratos, no tienes la voluntad de escribir una tesis”. Sobra decir que el tuit tuvo que ser borrado y el profesor tuvo que ofrecer reiteradas disculpas.
En este razonamiento, el obeso no tiene calidad moral, carece de voluntad propia, es perezoso, enojado con la vida... ¿En qué momento ser gordo se convirtió en la esencia de la persona? Más aún, si consideramos que la etiología de la obesidad no es un problema individual y unifactorial, no podemos atribuir a un obeso estas características simplemente por el hecho de ser obeso, por el contrario, se crea un círculo vicioso en el que la salud emocional del obeso está comprometida.
Está documentado que las personas obesas sufren discriminación en sus lugares de trabajo, en la industria del vestir y en muchos otros ámbitos de la vida. No es raro que personas obesas señalen haberse sentido discriminadas e intimidadas por la mirada externa al haber acudido por ejemplo a un gimnasio, para incorporar la actividad física en su rutina diaria a fin de mejorar su salud.
Incluso, estudios señalan que algunos profesionales de la salud dedicados a ver este tipo de pacientes son con frecuencia señalados como autores de discriminación o de señalamientos verbales agresivo-pasivos a esas personas, o de mofarse de pacientes entre grupos de colegas.
Además del problema ético que supone, la discriminación por tener sobrepeso u obesidad es frecuentemente justificada porque se piensa que ayuda a motivar a las personas a perder peso, pero tiene el efecto opuesto: está asociada al desarrollo y permanencia de la obesidad según estudios de psicología social.
La discriminación al obeso habla entonces de la calidad moral de quien lo señala. Cuando oímos a una adolescente talla 4 decir que es una “gorda” porque no entra en la talla 0, es que algo estamos haciendo mal como sociedad, tal como cuando señalamos a la “gorda fodonga” que está así porque quiere.
En cuestión de siluetas se rompen géneros, pero mejorar la calidad de vida de la persona aceptar las diferencias y tener mayor humanismo hacia los demás es lo que nos hace avanzar como sociedad incluyente.
